Sunday, April 3, 2016

Cuando No Te Llaman al Día Siguiente, También Conocido Como “Por Estas Vainas es Que no Salgo con Panameños”

Aquí me voy a poner un poco intensa, así que vivos.  ¿Qué shusha les pasa a los panameños que creen que pueden tratarte como si fueras un trapo sucio después de coger contigo? Generalizo porque es mi experiencia y porque es mi blog.  Si no te gusta ahí está la x en la esquina derecha y dale de aquí. O comenta aquí abajo y dime que estoy equivocada, no sé, no soy policía.

El punto es que los tres Panameños con los que he estado en tiempos recientes han sido una fuckin mierda en lo que respecta a comunicar expectativas, honestidad y actitudes machistas retrogradas en general.  Checkea los detalles de cada uno en el Cuadro 1.

Cuadro 1. Comparación de los tres panameños en cuestión, en base a parámetros selectos
Variables
Fuckboy #1: El chacalito
Fuckboy #2: Surfer dude
Fuckboy #3: Toco en una banda que nadie conoce
Buen amante
9/10
10/10
7/10
Les maltripea que hayas estado con otros hombres
Si
Si
No dijo
Uso de condón
No sabe coger con condón
Trata de hacerse el loco, pero se lo pone si insistes
Se lo pone sin que se lo pidas, confiesa que le da pánico preñar
Fetiches
9/10
11/10, mención honorífica
0/10
Nivel de intensidad, promesas de amor eterno, perseguidera ANTES de coger
10/10
10/10
5/10
Número de días que les dura el interés DESPUÉS de coger
1
0
-1
Deja los mensajes en visto
Si
Si
Si
Nivel de destrozo emocional
10/10
1/10
3/10
Famoso por
Nivel de caos causado
Epic kinks
Valeverga
Cuál es su fuckin problema
Pelaíto
Mentalmente inestable
Apatía general por la vida

Y me contaba una amiga que es que a los hombres no los vuelve vulnerables acostarse con alguien, pero a las mujeres sí.  Es una dinámica de poder increíblemente jodida.  Si eres hombre y “te coges” a una guial, ganaste. Si eres mujer y “te dejas coger” perdiste.  Y como tengo más de 10 años viviendo en otro país y relacionándome con hombres que no son machistas y que no tienen estas pegas, se me había olvidado esa creencia persistente, arraigada, tan latina, de muchos panameños de que si “te dejas coger” no vales la pena. Tus sentimientos les importan poco o nada, porque al fin y al cabo, si eres tan “fácil” tú, como persona, vales poco, o nada.

Fui a rezar en la recién renovada Iglesia de San
Francisco de Asis para que el santo de los
animales aleje a ese poco'e perros de mi

¿Y que hace una? Consumir y vomitar literatura feminista pa sentirse mejor, decirse a una misma que eso le pasa por awebaa, mandarle otro mensaje al man para darle “chance” (quizás, después de todo, está muy ocupado o confundido con sus intensos sentimientos por ti) y ver que ese también te lo deja en visto, y la más eficaz, romperlo y/o llorarlo con las amigas. Y cuando te encuentras al man en cuestión, pretender que todo mega bien, porque ese es parte del maldito juego.

Pues, sepa algo papilindo. Para mí fue especial.  No, no lo hago con todos.  Si estuve contigo es porque me lo pensé, me lo repensé, lo consulté con mis amigas y con mi almohada, pensé en ti un montón antes y después de “dejarme coger” por ti. Me hacía ilusión verte ese día, me arreglé para ti.  Y esperaba, justamente, que me llamaras al día siguiente.  Aunque no quisieras nada serio conmigo, esperaba un poco más que tu maldita indiferencia.
Esperaba más de ti.

Saturday, April 2, 2016

La Cantina de Star Wars

No me acuerdo la primera vez que fui, pero la birriadera no comenzó de una vez.  Era un lugar más, de hecho, hacia el fondo de la lista de lugares para ir.  Primero estaban Villa, Onplog, y todos los barecillos genéricos de Casco.  El año pasado prácticamente no salía de Casco.  Pero eso también era en parte porque estaba mega enamorada de un chico que trabajaba en el área, en parte porque mi mejor amiga vive y trabaja en Casco, y porque bueno, Casco es fuckin hermoso y cool y divertido y a quién no le gusta estar ahí.  Así que la idea de salir de Casco pa Ave. Balboa pa llegar a la Cantina de Star Wars no me animaba mucho, pero precisamente mi mejor amiga, quizás hastiada de su diario vivir en el Casco, sugería a menudo ir allá cuando salíamos y yo dizque “dale pues”.

Le fui agarrando el gusto al punto que esta semana pasada que estuve en la ciudad prácticamente fui a la Cantina de Star Wars todas las noches. Aclaro, ese no es su nombre verdadero, pero es que una amiga le puso ese nombre, por aquello de que no está exactamente llena de “pays”.  Pero, ese es en parte el trip, ¿sabes por qué? Porque ahí tamos casi todos en nuestros 30´s y por ende ya ahí nadie esta taquillando en modo hiper chaneo. Ahí las pancitas, los mofin tops, los cabellos despeinados (y de acuerdo a la misma amiga, grasosos) se despliegan con total abandono. Hay un cierto código de vestimenta que es como grunge, con skater, con rockerito panameño clase media, con me vale verga la vida.  Y si voy a ser 100% honesta me da un cierto schadenfreude estar en un lugar donde otra gente está más hasta la verga, más desesperada, más desarreglada, más vieja, más amargada, más borracha y más drogada que yo.  No me da pena admitirlo porque estoy segura que yo soy precisamente esa persona para otros menos hasta la gavers que yo. Bueno, eso y que sus bartenders saben qué es lo que es. Uno es un mega lindo de la vida, de esos chicos a los que no se les tira por que sabes que nada bueno tienes pa aportar a su vida. Y el otro es de esos bartenders sabios de la vida, que han visto más poncheras de las que crees posibles, que te dan consejos honestos y efectivos, y que te espantan la cabanga sea cual sea con alguna historia jocosa de vergueros peores que los tuyos.

La Cantina de Star Wars está llena de gente como una, vaya.  Es como estar en familia.  Y si no te molesta coger con un man a quien probablemente le cueste tener una erección y/o venirse por aquello de la droga predilecta de ese crowd que comienza con pi y termina con chi, también es posible salir de ahí con alguien decentillo (ehem, me han contado). Nena, que ahí todo el mundo está en el mismo desespere.  Le doy un 10/10, es más ya me dieron ganas de ir. Se me olvidaba.  No te tires de chistosita a hablar de kenke con el bouncer; es policía y las drogas no le hacen ninguna gracia.

Cuando nadie entiende cómo te enamoraste de un policía

No importaba a quien le contara.  La reacción era siempre la misma: shock.  Fue una relación corta e intensa.  Linda, de la manera en que esas relaciones imposibles son lindas. Dolorosa, de la manera en que esas relaciones cortas e intensas suelen ser. No sé qué le chocaba más a la gente.  Su edad (14 años menor que yo), su profesión (policía), las mil diferencias sociales (barrio, escuela, salarios, bla, bla, bla), o el hecho de que me hubiera enamorado perdidamente de alguien a quien conocí así, por ahí. Ese chico, comenzando su carrera y su vida, tan diferente a mí en tantas cosas, se adueñó duro duro de mi corazón.

Cuando lo conocí yo estaba saliendo de una relación larguísima.  Una relación tan sagrada, tan definitiva, tan profunda, que cuando terminó no sabía qué hacer, cómo vivir, como relacionarme con otras personas.  En serio. Mi ex y yo terminamos por esas cosas por las que la gente como nosotros (profesionales, clase media, medianamente exitosos, en sus 30´s) terminan: filosofías de vida distintas. Nuestras diferentes expectativas sobre matrimonio, hijos y otros asuntos de ese calibre fueron agrandando una brecha entre nosotros que al cabo de 7 años se volvió insalvable. Aunque fuera una decisión racional y medida, necesaria, inevitable, no por eso fue menos difícil.  El mundo entero se desmoronaba.


Aquí fue que comenzó la vaina ve
Y en ese mundo desmoronado me encontró ese chico.  Lo conocí en su puesto de trabajo una tarde, en calle 4ta, a un costado de la presidencia.  Me dijo que me bajara del murito al que me había trepado para tomarme una foto.  Sus ojos me parecieron demasiado hermosos.  Esa noche, vagando y vagueando por Casco con mi mejor amiga le digo, conocí a un chico súper lindo, vamos a ver si aún está trabajando.  Y aunque me dijo que era la idea más estúpida ever, yo, que no escucho razón, insistí, fuimos y lo encontramos.  Intercambiamos números.  Comenzamos a chatear por whatsapp, quedamos de vernos al día siguiente.

Comenzamos una vaina tan pero tan intensa.  En todos los sentidos.  Era embriagante.  Tanta libertad, tanta magia, tantas cosas nuevas.  Conocí partes de la ciudad que no conocía, conocí cosas de las noches citadinas que no sabía que existían, y conocí partes de mí misma que me sorprendieron sobremanera. Me hice fuerte. Tuve que enfrentarme con la ola de comentarios de mis amigos y familia diciéndome que esa relación era una locura y que eso no iba a terminar bien.  Aprendí a ignorar los comentarios clasistas, racistas y sexistas disfrazados de buenos consejos y vestidos de buenas intenciones. Me atreví a seguir a mi corazón, por encima de todas las cosas, y eso fue increíblemente empoderador.

Aún con mis mejores esfuerzos, nuestra relación terminó tan súbitamente como comenzó.  ¿Qué pasó? No sé.  Me dijo que él tampoco sabía, solo que ya no sentía nada por mí. Arrastré ese rechazo y ese dolor por un buen par de meses. Creo que lloré en todas las esquinas de Casco y le conté mi historia entre sollozos a quién me prestara sus oídos.  Todavía hay gente que me recuerda en Casco de esos tiempos, meseros, bien cuida’os, dependientes de tiendas, dueños de restaurantes y por supuesto otros policías. ¿Conoces la canción del muelle de San Blas? Bueno, yo era un poco como esa man, pero en Casco.

Mi rutina por esos tiempos, regresar al depa pasadas las 3am, dormirme llorando, despertar llorando a eso de las 7, salir a correr, llorar mientras corría (súper incómodo, no ves por dónde vas), almorzar, sin ganas, medio pedazo de pizza, trabajar desde un coffee shop toda la tarde, regresar al depa, llorar y escribir canciones tristes, bajar a la calle, quedarme fuera hasta pasadas las 3am #rinseandrepeat
Y a pesar de que sufrí como una hijueputa y que pensaba que moriría de tanto llorar, fue una experiencia hermosa y obviamente transcendental. Me di cuenta del privilegio que tengo. Puedo lanzarme con todo a nuevas experiencias, puedo experimentar un amor profundo, una alegría intensa, y un dolor abismalmente magistral y todas esas cosas las puedo hacer porque gozo de una libertad que es bastante poco común. Controlo mi vida.  Soy independiente.  No me dominan las guillas represivas mentales que dominan a tanta gente: el miedo a sufrir, las divisiones sociales, los “yo solo salgo con manes de plata”, los “van a pensar que eres su mamá”.  A la verga todo eso.  Mi filosofía en estas cosas es sigue a tu corazón, si esa experiencia te llama es porque algo valioso contiene para ti, y eso es solo para ti, más nadie lo tiene que entender.